"El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?"
Romanos 8:32
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Si alguna vez sientes que eres tan insignificante que a Dios no le importas o que no quiere escuchar tus oraciones, Romanos 8:32 te animará. Allí tendrás la seguridad de que tu Padre celestial te ama incondicionalmente. No había nada tan precioso para Él que no estuviera dispuesto a renunciar a ello para proveer tu salvación. Cuando el Padre entregó a Su precioso Hijo para salvarte, demostró de una vez por todas que Su amor no tiene límites.
El apóstol Pablo concluyó que si Dios no escatimaría a su propio Hijo para proveer nuestra salvación, ¿cómo no daría voluntariamente cualquier otra cosa a su disposición para cuidar de nosotros? Él sacrificó tanto para darnos vida eterna que podemos descansar seguros sabiendo que Él también quiere darnos vida abundante (Juan 10:10). A la luz de lo que Dios hizo por nosotros en la cruz, ¿no deberíamos acercarnos al trono de la gracia con confianza? La respuesta de Dios a nuestras oraciones no se basa en nuestra dignidad sino en Su amor y gracia. Nuestra confianza en la oración no proviene de quiénes somos sino de quién es Él. Nada de lo que podamos pedirle podría compararse con el precio que pagó por nosotros en la cruz. ¡Qué maravilloso saber que Dios nos ama tanto! Podemos vivir con confianza y anticipación sabiendo que Dios todopoderoso está dispuesto no sólo a darnos vida eterna, sino también para ayudarnos a experimentarlo plenamente.
Traducido y adaptado de:Blackaby, Henry T. and Blackaby Richard. "Experiencing God day-by-day. The devotional and journal". Abril 5
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