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A lo largo de los siglos, la muerte ha sido nuestro enemigo implacable e inquebrantable. Nadie, independientemente de su rango, fuerza o riquezas mundanas, ha podido escapar de la muerte. Tan pronto como nacemos, la muerte se convierte en nuestro destino. Muchos lo han intentado, pero nadie ha desarrollado un antídoto contra la muerte. ¡La realidad de la resurrección es que la muerte ha sido derrotada! Ya no es el enemigo inexpugnable, porque Cristo atravesó las puertas del Hades y reclamó una victoria decisiva sobre la muerte. Conquistó la muerte por completo; ahora asegura a sus seguidores que nosotros también compartiremos su victoria. Los cristianos no deben temer a la muerte. Cristo ha ido antes que nosotros y nos llevará a unirnos a Él en el cielo. La muerte nos libera para experimentar la presencia gloriosa y celestial de Dios. Ninguna enfermedad puede vencernos. Ningún desastre puede privarnos de la vida eterna. La muerte puede alejarnos temporalmente de aquellos a quienes amamos, pero nos transfiere a la presencia de Aquel que más nos ama. La gloria de Dios es su presencia. ¡La muerte, nuestro mayor enemigo, no es más que el vehículo que permite a los creyentes experimentar la gloria de Dios! No permitas que el miedo a la muerte te impida experimentar una vida plena y abundante. La muerte no puede robarte la vida eterna que es tu herencia como hijo de Dios. Jesús te ha preparado un lugar en el cielo que sobrepasa tu imaginación (Juan 14:1-4). La muerte será un día la puerta por la que entrarás a todo lo que es tuyo en el cielo.
Traducido y adaptado de:Blackaby, Henry T. and Blackaby Richard. "Experiencing God day-by-day. The devotional and journal". Abril 10.
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