"Si hicieras lo bueno, podrías andar con la frente en alto. Pero si haces lo malo, el pecado te acecha, como una fiera lista para atraparte. No obstante, tú puedes dominarlo".
Génesis 4:7
Cuando la tentación entra en nuestros corazones y mentes, o la enfrentamos y ganamos dominio sobre ella, o eventualmente nos lleva a acciones pecaminosas. El tiempo entre la tentación inicial y la respuesta escogida es crítico. Mucho pende de un hilo.
Caín sabía que Dios estaba disgustado con él pero complacido con Abel. Sentimientos de ira celosa se deslizaron en el corazón de Caín, y pensamientos de asesinato invadieron su mente. Mientras Caín consideraba qué hacer, la palabra de Dios vino a él. Dios le advirtió que el pecado estaba esperando a la puerta de su vida, buscando una oportunidad para entrar. Ahora no era el tiempo para tratar la tentación a la ligera, no el tiempo para asumir que el pecado nunca causará ningún daño. Ahora era el momento de dominar el pecado y renunciar a él antes de que lo venciera. Trágicamente, Caín no dominó su pecado; en cambio, el pecado se apoderó de él y destruyó su vida.
Las tentaciones llegan en momentos inesperados. Pensamientos pecaminosos pueden cruzar tu mente. Los sentimientos egoístas pueden comenzar a invadir tu corazón. Los impulsos del Espíritu Santo te advertirán que Dios no está complacido con la dirección que te están tomando tus pensamientos y sentimientos. En ese momento de convicción, debes dominar el pecado que se agazapa a la puerta de tu vida. El pecado destruye. El pecado trae muerte. El pecado no es algo con lo que jugar o tomar a la ligera. La palabra de Dios para ti es la misma advertencia que le dio a Caín: Domina el pecado que está a la puerta de tu vida antes de que traiga sus inevitables y desastrosas consecuencias. Presta atención a Su advertencia, y evitarás dificultades innecesarias para ti mismo y los demás.
Traducido y adaptado de:
Blackaby, Henry T. and Blackaby Richard. "Experiencing God day-by-day. The devotional and journal". Nov. 23
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